Las películas sobre casas habitadas por criaturas paranormales -fantasmas, espíritus, diablos et al- a las que llega una pobre e inocente familia (puede ser también una parejita o un grupo de amigos) se han vuelto una recurrencia del terror contemporáneo. Lógico: son baratas, se filman rápido y hay un público que no será numeroso, pero sí está lo suficientemente cautivo como para propulsar el giro continuo de la rueda. Sobre el kilómetro cero de este camino ultra conocido se para Steven Soderbergh en, justamente, Presencia, primera de sus dos películas que llegarán a la cartelera argentina con sólo un par de semanas de diferencia (Código negro se verá desde el 27/3).